Billie: La evolución que no estábamos esperando

Billie: La evolución que no estábamos esperando

Sep 22, 2024

 ¿Qué ha pasado con la música de Billie Eilish? Si antes no te terminaba de convencer, tal vez ahora sí… A menos que seas Pitchfork. El pop nos acostumbra al mismo sonido. Con “Hit Me Hard and Soft” (Darkroom-Interscope, 2024) logró conquistar algunos oídos de escépticos que pasaron de un “podría escucharla” a “me gusta su música”. Antes de este lanzamiento no era una artista que escuchaba con frecuencia. ¿Realmente ha mejorado Billie? A continuación, intentaré responder a esa pregunta.

Todo buen álbum fluye bien de principio a fin. Es sólido e impactante. No en un sentido estruendoso, sino introductorio, descriptivo. Un preludio para que el oyente reconozca y se familiarice con lo que va a escuchar por los siguientes 45 minutos. Dentro del disco, el flujo de canción tras canción se debe sentir coherente. Y por supuesto, cerrar de una forma épica siempre será un camino seguro para consolidar la obra como grandiosa. En “Hit Me Hard and Soft”, Billie, de la mano de Finneas, productor, compositor, arreglista y su hermano, lo consigue.

Abre con una de las introducciones más íntimas de los discos de este año. “Skinny”, con una letra vulnerable, donde podemos escuchar un conjunto de pensamientos disociativos de su vida personal, frases introspectivas desconectadas unas de otras, todo acompañado de una guitarra que lleva la melodía hasta que en el último minuto nos entrega un fragmento musical de un cuarteto de cuerdas: violín, viola y cello que provocan desde escalofríos hasta una melodía dulce y nostálgica. Una que se va repetir al final de “Blue”, convirtiéndola en un leitmotiv y terminando el álbum de la misma forma en la que empieza.

Quizás el contraste más fuerte en el LP es el cambio del primer track a “LUNCH”, que fue el único sencillo y la canción con más afinación al rock de todo el catálogo. El gancho que te atrapa y te hace reflexionar que nunca habías escuchado a una Billie así. Sí, muy lindo y profundo su estilo ya patentado de la balada suave, triste y melancólica, pero con este acercamiento diferente, más rápido, más catchy, más sucio, más a lo “AM”, de los Arctic Monkeys.

Después de ese momento, todo fluye suavemente. Las transiciones entre canciones no se perciben fuertes o disonantes. “Chihiro” es un viaje, haciendo alusión al filme de Estudios Ghibli. Es un recorrido por una relación inestable que parece solamente dar vueltas de forma confusa sin llegar a ninguna conclusión firme. Así lo expresa la letra, pero también la construcción de la producción, liderada por bajos, cambiando a lo largo del track del rock a la electrónica y viceversa, en lo que se puede definir, si es que es necesario, como “pop progresivo”. Llegando a su momento de tensión máxima hasta el último segundo de la canción y terminando de golpe, sin una sensación de cierre satisfactorio. Y esa es la idea.

El fenómeno de ritmo y melodía feliz pero letra tétrica aparece en “Birds of a Feather” que a pesar de ser un sencillo tardío, ha sido una de las joyitas más destacadas dentro del disco y ha logrado permanecer dentro del top 5 de los charts desde una semana después de su lanzamiento. Con influencias new wave y un efecto de sonido bastante peculiar parecido al timbre de una marimba más robotizada y electrónica, tirándole a la de temas de videojuegos como Mario Kart; Billie nos plantea desde una influencia de literatura romántica la idea del amor y la muerte. “If you go, I'm going too. (...) And if I'm turning blue, please don't save me, nothing left to lose without my baby”. (Si te vas, me voy también. Y sí me torno azul, por favor no me salves. No me queda nada que perder sin mi bebé). Nada que nos sorprenda de Billie.

A bien o mal, porque ha fluido, pero tampoco nada ha sido lo suficientemente relevante para recordarlo. No te das cuenta y de repente avanzaste ya a “The Greatest”, donde acompañada de una guitarra en pizzicato se escucha la voz de Billie como nunca antes. Tanto, que hasta el timbre se percibe diferente. Es acá donde vuelve a capturar tu atención y te convence que este es el mejor trabajo de su repertorio. El pico es este momento. O al menos eso crees hasta que llega el momento electrónico en “L'Amour de Ma Vie”. El resto del álbum, se siente en bajada, casi en caída libre.

Entre “BITTERSUITE” y “BLUE” no hay un principio ni fin., Bien se les podría imaginar como una sola canción de 12 minutos que conjuga leitmotivs envolventes, explosiones electrónicas y momentos de cuerdas que se entrelazan en una danza sublime. Este disco no solo se alza como uno de los mejores de 2024, sino que redefine su carrera, ofreciendo un “When We All Fall Asleep, Where Do We Go?” más audaz y sofisticado. Es un viaje que mantiene la esencia de lo que conocemos, pero lo lleva a nuevas alturas, desafiando las expectativas y marcando un giro audaz en su evolución artística.

 

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Reseña por Karen Dominguez @karendomng



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